martes, 9 de abril de 2013

The Fall of the Days

                                              ENFRENTAMIENTO FRATRICIDA

                                                                                                           Octubre del 2611



Syndus contuvo el aliento en silencio mientras la carcajada de Wyatt resonaba en el oscuro firmamento. El joven pelinegro aún continuaba esperando la dichosa respuesta, pero su hermano mayor parecía haber perdido todo el interés por dársela. Syndus no entendía el comportamiento de Wyatt. ¿Qué diantres le había ocurrido en su ausencia y por qué se comportaba de aquella forma? Por más que le miraba no había cambiado ni un ápice, no físicamente al menos, pero era obvio que ya no era el mismo Wyatt que antes y eso seguía planteándole la duda de qué era lo que había en el interior del Templo de los Divinos, lugar donde fue sellado la Miasma tiempo atrás. - ¿Vas a contármelo o vamos a pasar mirándonos el resto de la eternidad? - Quiso saber cambiando el tono de voz a uno molesto. Por su parte Wyatt enarcó una ceja ante la nueva actitud de su hermano y se limitó a contestar. - Nada, no había nada. El templo se encontraba completamente vacío, hermano. - Syndus abrió la boca para contestar, pero al ver que no salía nada de sus labios optó por volver a cerrarla. El rubio le miraba de una forma curiosa y al mismo tiempo incómoda, como si estuviera estudiándole para ver todas y cada una de las reacciones que Syndus tenía. - ¿Entonces los Shinter nos mintieron en todo? - Medio balbuceó al darse cuenta realmente lo que significaban las palabras de su hermano. Wyatt se encogió de forma muy leve de hombros y no dijo nada más, dejando que Syndus fuera el que tomara su decisión al respecto sin ningún tipo de influencias externas. - Ése es el motivo por el que hice levantar esta Torre, estaba harto de escuchar tanta mentira. - Continuó Wyatt al ver que su hermano se había quedado completamente mudo. - ¿A qué te refieres? - Cuestionó el pelinegro frunciendo el ceño y recuperando la capacidad de hablar. - Los Shinter nos mintieron y usaron para sus propios propósitos. La única historia que nos contaron y era cierta fue la del Paraíso en la Tierra. Historia en la que no prestaste demasiada atención por lo que veo. - Wyatt sonrió de una forma extraña, casi como si de una mueca se tratara y un pequeño escalofrío recorrió el cuerpo de Syndus. - Explícate. - Pidió al tiempo que clavaba su mirada en la de su hermano mayor, algo impaciente. - Si traemos el Paraíso a la Tierra, los mismos Dioses volverán a este planeta y cuando eso ocurra, la Tierra alcanzará su época más esplendorosa. - Syndus abrió la boca atónito por lo que le estaba contando. ¿El Paraíso? ¿Dioses en la Tierra? Su hermano nunca había sido creyente y sin embargo, ahora hablaba como el servidor más leal de unos Dioses cuya existencia no estaba ni siquiera verificada. - Lo que estás contando es una locura, Wyatt. No tiene ni pies ni cabeza. - Le dijo con un tono algo duro, tratando de cortar con aquel tema de la forma más tajante posible. - Únete a mi, y juntos traeremos la salvación a este planeta condenado a la destrucción. - Dijo Wyatt ignorando el anterior comentario de su hermano y extendiéndole la mano. Syndus por su parte contempló la mano de su hermano sin moverse del sitio todavía. Quería creer en su hermano, pero el problema era que minutos antes había dicho que él sería el sacrificio que traería el paraíso a la Tierra. - No voy a dejar que me sacrifiques, Wyatt. - Sentenció el pelinegro mientras fruncía el ceño de forma muy leve. - Si te unes a mi, eso no será necesario. - Sonrió al tiempo que ladeaba la cabeza y mantenía los ojos clavados en su hermano pequeño. - ¿Y cómo piensas traer el Paraíso sin sacrificarme a mi? - Quiso saber dando un paso hacia su hermano manteniendo aún ese recelo. - Bueno, puedo sacrificar un elemento natural por cada elemento base existente y así tú no tendrás que morir. - Syndus puso los ojos como platos al tiempo que su conciencia era golpeada por una fuerza invisible. ¿Wyatt pretendía sacrificar a los Elementos? ¿SUS Elementos? Eso no podía permitirlo. Wyatt era su hermano mayor, pero los Elementos eran su familia, su responsabilidad. No entendía que su hermano hablara de sacrificarlos como si de trapos viejos se tratara. - Eso no voy a permitirlo, Wyatt, nunca. - Aclaró con un tono de voz que no admitía réplica alguna y mirando a su hermano de forma desafiante. El Shinter suspiró como si aquello le diera lástima y después volvió la vista a Syndus. - Entonces no me dejas otra elección, tendré que sacrificarte a ti. - Sentenció con un tono de voz aterrador.

No había terminado de hablar cuando una fuerza invisible golpeó a Syndus y lo lanzó volando varios metros de distancia. Syndus dejó escapar un grito que quedó ahogado por la sorpresa, al tiempo que se levantaba rápidamente del suelo sin hacer caso al dolor que sentía en todo el cuerpo. Alzó la vista justo a tiempo para ver cómo unas cadenas de color púrpura salían del suelo dispuesto a atarle, sin embargo, esta vez ya no estaba desprevenido y las cadenas fueron calcinadas por un fuego de color negro. Wyatt extendió la mano apuntándole con la palma y acto seguido un círculo con unas runas raras apareció ante sus ojos, seguido de un haz de luz que tuvo que esquivar saltando a un lado y haciendo una pirueta. El cielo se nubló al instante y un terrible aguacero seguido por una tormenta estalló sobre ambos chicos con el viento golpeando la torre con todas sus fuerzas y haciéndolo temblar hasta sus cimientos. - ¿De verdad vas a matarme? - El rubio no contestó y cuando Syndus quiso darse cuenta una bola tan negra como el carbón se había materializado sobre Wyatt. - ¡Respóndeme! - Gritó para hacerse oír por encima del estruendo del viento y la tormenta. Wyatt se mantuvo en silencio mientras que con un simple gesto lanzaba la bola en dirección a Syndus. Éste contempló algo horrorizado que la bola había adquirido el tamaño de un coche, sin embargo, el ataque de Wyatt fue detenido por un témpano de hielo del tamaño de un árbol que cayó del cielo como por arte de magia. Dicho témpano se hizo trizas cuando se encontró con aquella bola de oscuridad y miles de trozos de hielo salieron por los aires. De pronto se quedaron suspendidos en el aire como si de miles de cuchillos se trataran mientras Syndus miraba desafiante a Wyatt. - No eres el único que ha cambiado... - Y acto seguido todos los trozos de hielo, afilados como cuchillas, salieron despedidos hacia Wyatt, mientras éste ladeaba la cabeza con suma curiosidad. El Shinter golpeó el suelo con una patada y todos los trozos quedaron suspendidos en el aire y segundos después se esfumaron. - Esos trucos de feria no van a funcionar conmigo Syndus, incluso me da la sensación de que no estás peleando de verdad conmigo y eso es un gran error. - No había terminado de hablar cuando un rayo tan negro como el carbón cayo sobre él a una velocidad de vértigo, pero no llegó a golpear a Wyatt. Syndus contempló cómo el relámpago golpeaba algo invisible y después desaparecía sin causar efecto alguno en su hermano. - ¿Es todo lo que tienes? ¿Un mísero relámpago, eso es todo? - Se burló Wyatt mientras Syndus se mordía el labio inferior. No le gustaba admitirlo, pero su hermano tenía razón. Durante los años en los que ambos juntos entrenaron sus poderes, él nunca había sido capaz de hacer un rasguño a Wyatt y mucho menos de hacerle sangrar. ¿Entonces cómo pensaba detenerle? - No me desafíes Wyatt, sabes perfectamente que soy capaz de mucho más que esto. - Advirtió al tiempo que su hermano soltaba una suave carcajada. - Adelante entonces. - Le retó al tiempo que Syndus torcía el gesto y un torbellino de fuego, agua, viento y electricidad rodeaba su cuerpo. Wyatt por su parte enarcó una ceja sonriendo levemente, para después apoyar una mano en el suelo. Unas columnas de oscuridad emergieron del suelo y fueron directas hacia Syndus, pero una simple bofetada del viento, los desvió sin necesidad de que el pelinegro tuviera que actuar en consecuencia. El joven pelinegro levantó las manos en dirección a Wyatt y como consecuencia un dragón imbuido con los cuatro elementos emergió del torbellino que rodeaba a Syndus. El dragón abrió sus fauces dispuesto a triturar el cuerpo de Wyatt, pero volvió a encontrarse con aquella fuerza invisible que le impedía el pasó. Wyatt observó el dragón con suma curiosidad sin inmutarse siquiera mientras éste seguía intentando cerrar sus fauces entorno a Wyatt para acabar con su barrera invisible. Un suave sonido de cristal al resquebrajarse seguido de un limpio crack alertó al Shinter de que su defensa estaba a punto de ser destruida. - Ya veo, Etherium... - Fue lo último que dijo antes de que el dragón acabara con su defensa y cerrara los fauces entorno a él provocando una explosión gigante de llamas, agua, viento y electricidad.

Syndus tragó saliva mientras el humo se dispersaba y mostraba a un Wyatt ileso. Es cierto que tenía unas leves marcas de quemadura e incluso bastantes rasguños, pero el rubio se encontraba más que bien. Sin embargo había algo en la mirada del Shinter que daba más miedo que antes y Syndus no estaba muy seguro de saber el qué. - Me has jugado sucio, Syndus. - Comentó con voz inhumana al tiempo que el pelinegro abría la boca para protestar, sin embargo, Wyatt volvió a adelantarse. - Ahora me toca a mi... - Levantó la palma de la mano al tiempo que Syndus se ponía en guardia. Una onda de choque hizo temblar la torre hasta los mismos cimientos y entonces Syndus notó que algo lo arrastraba hacia Wyatt. Algo terriblemente fuerte lo movía en contra de su voluntad, como si Wyatt fuera una succionadora y estuviera atrayendo a Syndus hacia él. El joven pelinegro no pudo soportarlo, salió despedido y cuando quiso darse cuenta, Wyatt lo agarró de la cara atravesando el torbellino y lo estampó contra el suelo con una fuerza sobrehumana, tanto, que abrió un cráter en la superficie. Un alarido de dolor rasgó la noche y se hizo notar a través del estruendo de la tormenta y el silbido del viento. Trató de levantarse, pero en ese momento una columna de presión cayó sobre él estampándolo contra el suelo con más fuerza aún, haciendo más notorio el cráter y haciendo temblar cada uno de los huesos de su cuerpo. Wyatt se inclinó manteniendo aún la columna de presión sobre su hermano y lo agarró de los cabellos para obligarle a mirarle a él, a pesar de la fuerza que ejercía la presión sobre Syndus. - La pelea ha terminado. - Dijo al tiempo que Syndus sintió que le abandonaban las fuerzas. Wyatt deshizo la columna de presión y levantó el cuerpo inerte de su hermano, que lo sostenía todavía agarrándolo de los cabellos. Syndus abrió un ojo con todo su cuerpo dolorido mientras una sombra de oscuridad cruzaba los ojos de su hermano mayor. - Muere como el resto de los Elementos y trae el Paraíso a la Tierra. - Acto seguido soltó el cuerpo y le apuntó con la otra mano. El cuerpo del pelinegro salió repelido fuera de la torre y cayó al vacío mientras el temporal se hacía más fuerte aún.



lunes, 8 de abril de 2013

The Fall of the Days

                               ELEMENTOS VS CONSEJEROS

                                                                                                             Octubre 2611



Los Consejeros habían lanzado el primer ataque pensando que les habían tendido una trampa a los Elementos, sin ser conscientes de que eran ellos los que habían caído directamente en ella. Habían perdido a Elijah y probablemente aunque consiguieran destruir la pared de hielo que separaba a Lily de los demás, también sería demasiado tarde para ella, ya que no había nadie que pudiera tratarla o curarla. La batalla no había comenzado y ya estaban en desventaja, ese Aaron era un bendito peligro. Cynthia se humedeció el labio al tiempo que miraba a los suyos y suspiraba suavemente. - Ya sabéis lo que tenéis que hacer... - Los otros seis la miraron un momento como si no hubieran escuchado bien, pero Cynthia se mordió el labio. - Ya me habéis oído. - Su voz no denotaba ninguna duda y Darhak la miró a los ojos. - ¿Estás segura? Es muy peligroso. - Cynthia asintió sin volverse, ya que no quería perder de vista a los Elementos en ningún momento. - Lo sé Darhak, pero ellos lo son más y la causa, es la causa. - Comentó mientras cerraba los ojos a penas unos segundos para después volver a abrirlos. Los Elementos que habían permanecido en silencio hasta ese momento miraron a Aaron esperando su orden para atacar, sin embargo, esa orden no llegó. Aaron se había quedado mirando a los ojos de la rubia fijamente y entonces Zack también lo hizo. Los ojos de Cynthia estaban completamente en blanco y Aaron carraspeó. - Debimos haber atacado desde un principio en vez de quedarnos mirando. ¡Atacad! - Ninguno entendía por qué Aaron parecía tan preocupado de golpe, pero Zack sabía que el hecho de que los ojos de Cynthia se hubieran quedado en blanco, no era una buena noticia para ellos. 

Alexander fue el primero que hizo un movimiento. Una especie de serpiente gigante salió de la enorme anilla de fuego que los rodeaba a todos y se precipitó sobre los consejeros. Sin embargo la serpiente chocó contra algo invisible y ante ella se encontraba Lisa, que mantenía la mano alzada impidiendo que la serpiente llegara al resto de los consejeros. Desde la otra esquina Elena apoyó una mano en el suelo y acto seguido unas estacas de hielo del tamaño de edificios aparecieron desde el subsuelo uno detrás de otro y en línea recta, su objetivo, Lisa. Darhak se puso frente a ella al tiempo que Derek tocaba un árbol y éste desaparecía y aparecía ante Darhak. Ésta agarró el árbol y lo lanzó contra Elena partiendo todas las estacas de hielo a su paso. Por su parte la aqua se agachó justo a tiempo para no ser alcanzada por el tronco. Cuando volvió la vista alguien la agarró y la impulsó al aire, se trataba de Aeras. Elena liberó sus manos y los colocó en la cabeza de la rubia, que chilló de dolor al sentir cómo la deshidrataba poco a poco, por lo que no tuvo más opción que soltarla desde una altura de unos veinte metros. Un chorro de agua de tamaño considerable emergió del suelo y acunó a Elena evitando así la fatal caída mientras Aeras sacudía la cabeza algo mareada aún en el aire. Elena se fijó en ella y vio que sus ojos se encontraban completamente en blanco. Tragó saliva y en ese mismo instante el brazo izquierdo de la muchacha comenzó a pudrirse. La aqua soltó un agudo grito de horror que no pasó por alto para ninguno de los Elementos y Aaron corrió a ayudar a su amiga. De nuevo Darhak, esta vez con el apoyo de Baek se interpusieron en su camino, ambos con los ojos en blanco. Darhak corrió hacia Aaron mientras Baek disparaba cuatro bolas de energía hacia el ventus. Una simple bofetada del viento bastó para desviarlos y Aaron se centró en Darhak. Arremolinó el viento en sus puños y esperó a que el consejero estuviera lo bastante cerca como para porder golpearle y ser golpeado. Antes de que eso ocurriera cuatro bolas de energía que Aaron estaba seguro de haber desviado impactaron contra él creando una explosión y lanzándolo por los aires causándole varias quemadura en el cuerpo. Aterrizó de pie como pudo justo para ver cómo Darhak saltaba sobre él con el puño en alto e instintivamente el ventus creó un tornado a su alrededor para proteger el cuerpo y sin embargo, algo golpeó sus costillas con la fuerza de una maza al mismo tiempo que sentía cómo se rompían ante el impacto mientras lanzaba un alarido de dolor. Zack se había movido hace mucho tiempo, pero había encontrado a alguien que rivalizaba con su velocidad dado que el chico llamado Derek tenía la capacidad de teleportarse de un lugar a otro. Pero no era solo eso, había algo más. Era imposible acertar a alguien que se teleportaba con esa facilidad y para hacerlo más difícil  todavía, cualquier cosa que tocara podía ser teleportada a donde él quisiera. Zack había escapado por los pelos de dos árboles, una piedra de a saber cuántas tonas y tres dagas que llevaba el consejero encima. Alexander era el que mejor parecía llevar la situación, ya que su oponente lo único que hacía era defender al resto y a sí misma. Alzó la mano y otra serpiente, aún más grande que la anterior, emergió de la anilla de fuego y se precipitó contra el invisible muro que había levantado Lisa y al sentir el impacto, la Consejera notó cómo su muro invisible se resquebrajaba. Alexander sonrió al ver la cara de Lisa y una tercera figura,de fuego, ésta con forma de fénix, emergió de la anilla y se lanzó contra la barrera, pero nunca llegó a impactar contra ella. Las bestias había sucumbido ante una fuerza invisible y Alex volvió la vista para encontrarse con la mirada de Cynthia clavada en él. El pelirrojo rompió el contacto visual enseguida, pues sabía que si la mantenía unos diez segundos era tiempo de sobra para que Cynthia entrara en su mente y la doblegara a su antojo. Rodeó su mano con fuego al tiempo que echaba a correr para acortar las distancias entre él y las dos consejeras y lo siguiente que sintió fue un terrible golpe contra el suelo. Intentó levantarse, pero no era capaz, sentía que algo estaba comprimiendo su cuerpo con una fuerza bestial y la presión se hacía cada vez más y más fuerte. Zack disparó un rayo hacia Derek, pero este se teleportó frente a él en un abrir y cerrar de ojos, echó mano de una de las dagas que tenía y antes incluso de que Zack pudiera reaccionar, Derek se lo había clavado en el brazo derecho. El elektro se mordió el labio con fuerza para reprimir un grito y lanzó electricidad en todas direcciones para asegurarse de que Derek se alejaba de él. 

Zack miró a su alrededor sólo para notar que estaban perdiendo la batalla. Los consejeros eran más fuertes de lo que deberían ser y encima estaban usando habilidades que se suponía que no tenían. Elena chillaba como una loca, pero el elektro no comprendía por qué si a simple vista no tenía ninguna herida física. Alexander no podía levantarse por algo que Cynthia le estaba haciendo y Aaron había sido doblemente golpeado por Baek y Darhak. Tenía que librarse de Derek, pero no sabía cómo iba a hacerlo, ya que el consejero le estaba esperando en todo momento. Pero, ¿cómo iba a librarse de él? Se fijó en Alex que en aquel momento levantaba la cabeza a duras penas del suelo y miraba a Elena, después a Aaron y finalmente a él. Zack le guiño el ojo y Alexander sonrió entendiendo el mensaje. Al ver que el ignis sonreía Cynthia aumentó aún más la presión sobre él, pero el pelirrojo fue lo suficientemente fuerte como para arrastrar la mano por el suelo y apoyar la palma sobre éste. Zack hizo un movimiento extraño y Derek sacó otra daga justo en el momento en el que un dragón de fuego emergía de los pies del consejero atrapándolo entre sus fauces y llevándolo al cielo. El elektro sonrió con orgullo y se esfumó de la vista de todos. Un nano segundo más tarde se había llevado por delante a Cynthia rompiendo así con el poder que mantenía preso a Alexander. El dragón de fuego describió un círculo en el aire aún con el Consejero entre sus fauces antes de descender en picado y estrellarse contra el suelo creando una explosión de llamas rojas. Mientras tanto Zack y Cynthia chocaron contra un árbol y ambos rodaron por el suelo al tiempo que se levantaban y se miraban el uno al otro. - No lo hagas. - Dijo el elektro en una especie de ruego que la Consejera no escuchó. Alzó la mano en dirección del Elemento y éste desapareció justo a tiempo pues el árbol que tenía detrás fue comprimido hasta reducirlo a la nada. - ¡Detente! - Le gritó por la espalda al tiempo que la la rubia se daba media vuelta y volvía a mover la mano en dirección al elektro, solo que no tuvo tanta suerte esta vez. Un rayo de color negro salió desde los pies de la chica  hacia arriba electrocutándola y haciendo que chillara de puro dolor al tiempo que caía al suelo y se retorcía. Zack caminó hacia ella la agarró de la mano, tiró de ella sin contemplaciones y la estrelló contra el árbol al tiempo que colocaba el brazo en su cuello y con la otra mano agarraba los dos brazos de la rubia. - Diles que paren. - Pidió de nuevo el elektro al tiempo que apretaba el agarre. Cynhtia no contestó, pero sus ojos volvieron a la normalidad al tiempo que pestañeaba y negaba con la cabeza. - ¡Hazlo! - Gritó con furia al tiempo que ella negaba de nuevo apretando los labios. - Ya veo, hasta nunca, Cynthia. Lo siento. - Susurró Zack al tiempo que la electricidad  salía del cuerpo del Elemento y pasaba al de la Consejera soltándole una descarga que la dejó en el sitio. Aaron saltó como buenamente pudo justo a tiempo para evitar otra embestida de Darhak y al ver que se encontraba en desventaja se dejó impulsar por el aire y voló hacia arriba marcando distancias. Elena seguía chillando sin motivo aparente y Aaron se volvió hacia Alex. - Es una ilusión, tenemos que llegar hasta ella. - Volvió a repeler otras seis bolas de energía que fueron disparadas por Baek, pero por algún extraño motivo las bolas volvían a coger su camino solas y Aaron se veía obligado a esquivarlas hasta que chocaban entre ellas y estallaban. Lisa se movió para socorrer a los compañeros que quedaban y Alex corrió para ayudar a Aaron y Elena. Alex lanzó una llamarada hacia Darhak y Baek y cuando Lisa se interpuso para protegerlos Aaron creó un tornado a sus pies elevándola por los aires y manteniéndola dentro provocando constantes cortes en la chica. La llamarada pilló por sorpresa al luxvis que fue alcanzado de lleno, pero a Darhak simplemente lo pasó de largo como si no le hubiera dado. Alexander enarcó una ceja al tiempo que Aaron se lanzaba a por Aeras que era la que había encerrado en la ilusión a Elena. - Ten cuidado, tiene una curiosa capacidad para hacerse intangible. - Advirtió el ventus al tiempo que se lanzaba a por Aeras y está se fijaba en él por primera vez. Baek comenzó a levantarse como pudo mientras Alex se encaraba a Darhak lanzándole una bola de fuego del tamaño de un autobús. La bola llegó hasta Darhak, pero cuando pareció golpearle el ataque simplemente lo traspasó y el Consejeró corrió hacia el ignis. Aaron apuntó a Aeras con la mano y cuando la Consejera quiso darse cuenta estaba atrapada en una burbuja de viento que giraba primero en una sola dirección provocando cortes en el cuerpo de la chica y un minuto más tarde dicha burbuja giraba en dirección contraria provocando cortes donde no había hecho antes. Elena salió de la ilusión al instante algo desorientada justo para ver cómo Baek saltaba sobre un desprevenido Alex. No con mucho éxito puesto que un simple gesto de la aqua bastó para congelar toda la humedad de la zona y al Consejero también. Darhak se lanzó sobre Alex, pero no pudo completar su ataque porque comenzó a sentir un terrible dolor en su interior. Es como si sus entrañas estuvieran ardiendo en el fuego más puro y rugió de dolor mientras abría los ojos como podía incapaz de concentrarse para usar sus poderes a causa del dolor y ser golpeado por el ignis que lo dejó inconsciente con una erupción que salió desde el suelo. Zack apareció entre los árboles al tiempo que se limpiaba la sangre de la herida que le había provocado Derek. - ¿Estáis bien? - Preguntó mirando a los suyos al tiempo que se mordía el labio. - ¿Y Cynthia? - Preguntó el pelirrojo ayudando a aterrizar a Aaron. - Muerta. - Dijo simplemente mientras suspiraba levemente. - Lo siento, Zack. - Le dijo Elena sonriendo levemente y el elektro negó con la cabeza restándole importancia al asunto. - Tenemos que subir a la torre cuanto antes, es posible que Syndus necesite nuestra ayuda. - Dijo Aaron al tiempo que todos asentían de acuerdo y se dirigían hacia la torre lo más rápido posible.












domingo, 7 de abril de 2013

The Fall of the Days

                                  LA BATALLA POR EL PARAÍSO

                                                                                                          Octubre del 2611


La situación se le había ido completamente de las manos. Estaba completamente en la parte más alta de una torre y probablemente con la única persona en la Tierra que podía llegar a derrotarle. Por otro lado había perdido a los Elementos y ahora no sabía en qué situación se encontraban, aunque Wyatt lo había descrito bastante claro. Probablemente la batalla entre Elementos y Consejeros habría estallado ya, pero después de la gran explosión que había sacudido la torre no se había oído ningún tipo de ruido que indicara pelea. Lo cuál era bastante desconcertante. - ¿Si no crees en las leyendas de los Shinter, por qué sigues empeñado en traer el paraíso a la Tierra? - Cuestionó Syndus mientras ladeaba la cabeza atento a cualquier tipo de movimiento por parte de su hermano mayor. Wyatt por su parte suspiró con infinita paciencia como si le diera pereza tener que explicar algo tan obvio como que el sol saldría dentro de unas horas. - No estoy siguiendo ninguna leyenda Shinter, Syndus. Hice mis investigaciones y descubrí que ciertamente había un modo de traer el paraíso a este condenado planeta. Por supuesto no entiendes nada. Tú no escuchaste la historia del mundo cuando Heclacio vino a visitarnos y por eso no lo entiendes. Voy a resumírtelo para que puedas entenderlo, pero no voy a repetirlo así que presta atención. Desde los orígenes del planeta, los Dioses que la crearon decidieron poblarla con una raza. Una raza que tendría poder suficiente para amoldar el planeta como ellos quisieran para poder vivir de forma cómoda. Esa raza recibió el nombre de Shinter. Sin embargo los Shinter que habían recibido tantas bendiciones de los Dioses, creían que eran bastante impuros, ya que como todos, también tenían sentimientos negativos. Realizaron un ritual para despojarse de todos sus males una noche de eclipse lunar como ésta, no obstante aquel mal era más poderoso de lo que habían esperado, tomó conciencia propia y comenzó a arrasar el planeta; aquel mal recibió el nombre de Miasma. Los Shinter unieron sus fuerzas y consiguieron encerrar aquel mal en algún lugar de África, exactamente donde se unían todos los puntos cardinales del planeta. Consiguieron evitar el desastre, pero los Dioses se enfurecieron con ellos. Así que les despojaron de sus poderes y el líder Shinter recibió el don de proteger el sello. Después los Dioses crearon a los humanos, pero esta vez decidieron no dar ningún tipo de poder, pero pronto descubrieron que había sido un terrible error. Los humanos se traicionaban, mataban y destruían todo lo que tocaban. Así que el 1 de Enero del dos mil doce, los Dioses condenaron el planeta a su destrucción  y  a continuación se marcharon para siempre. Los elementos del planeta se volvieron locos y comenzaron a destruir el mundo entero. Por aquel entonces el único Shinter que conservaba los poderes era el líder, Sadler. Arrancó un cachó de alma de los Elementos y los implantó en personas y la Tierra se estabilizó. Sin embargo había un ligero problema, aquellos Elementos no tenían sentimientos. Eran como unos autómatas con un poder devastador. Aún así la idea funcionó y el planeta se salvó. Las cosas volvieron a la normalidad, pero unos mil años más tarde descubrieron que el sello de la Miasma se estaba debilitando y que la única manera de reforzarlo era sacrificando a los Elementos, pero cuando lo hacían, el planeta se volvía loco de nuevo y se veían forzados a crear nuevos Elementos. Era un círculo vicioso. Se vieron atrapados en ese círculo hasta que llegamos nosotros. La noche en la que Heclacio vino a verme me dijo que el sello se estaba debilitando de nuevo y que para repararlo debíamos sacrificar a los Elementos. Yo me negué y fui a ese templo esa noche con la intención de reparar el sello yo mismo. Para reparar el sello primero tenía que abrirlo así que lo hice, ¿sabes lo que había en el interior del templo, Syndus? - Preguntó Wyatt al tiempo que ladeaba la cabeza y miraba a su hermano. Por otra parte Syndus que había permanecido en silencio escuchando la historia y conociendo por fin aquello que le había contado Heclacio a Wyatt, negó con la cabeza esperando la respuesta de su hermano. - No. - Dijo simplemente al tiempo que Wyatt soltaba una sonora carcajada.

La gran bola chocó contra el suelo al tiempo que creaba una enorme explosión que sacudió la torre hasta sus cimientos. Algunos consejeros se taparon los ojos a causa del humo y la polvareda que se había levantado como consecuencia, mientras otros, como por ejemplo Darhak, soltaban una sonora carcajada mientras sus ojos brillaban con un toque de locura. El humo se elevó al cielo en forma de hongo mientras Derek se giraba hacia su hermana. - ¿Has conseguido anularles? - La chica asintió mientras todos y cada uno de los consejeros volvían la vista hacia el epicentro de la explosión mientras sentían sus corazones latir con fuerza. ¿Les había alcanzado la bola? El humo se despejó por fin mostrando un enorme cráter en el suelo y en el centro de dicho cráter se encontraban los cuerpos de Zack y Aaron. El corazón de Cynthia se aceleró un momento mientras se pasaba una mano por la frente apartando los mechones de pelo rubios que le caían frente a los ojos. - ¿Muertos...? - Preguntó Aeras expresando en alto las dudas de todos los consejeros. Elijah dio un par de pasos acercándose un poco más a los cuerpos y alejándose no demasiado de los consejeros. - Están muertos. - Aseguró el chico al tiempo que daba media vuelta para acercarse a sus compañeros de nuevo.  Dos de los Elementos habían caído con más facilidad de la que hubieran esperado jamás, el factor sorpresa había sido decisivo. Cynthia suspiró un momento en silencio, aún no se creía que Zack se hubiera ido para siempre. - Bi... Bien. Dos menos, ahora solo quedan Alex y Elena. - Dijo la rubia con un tono que pretendía trasmitir seguridad y confianza. Los consejeros dieron media vuelta para ir a buscar a los elementos restantes cuando se escuchó un ruido atronador seguido de un grito agudo. Los consejeros se giraron de golpe para encontrarse a Zack agarrando a Elijah mientras lo mantenía inmovilizado agarrando sus manos con una de la suyas y el brazo en su cuello. - No puede ser... - Dijo Darhak al tiempo que cambiaba el rictus a uno lleno de ira. Aaron también se había levantado y aunque ambos elementos parecían estar heridos, ni de lejos tenían pinta de estar moribundos. - Ahora bien, Zack. Procede. - Ordenó Aaron al tiempo que Zack soltaba una descarga de a saber cuántos voltios sobre Elijah que gritó rasgando el silencio de la noche hasta que se desplomó en el suelo inconsciente, o tal vez muerto. - Ahora no tenéis ventaja de curación. - Comentó el elektro mientras apartaba a Elijah y lanzaba una mirada al resto de los consejeros. - Pequeño Zack, seguís estando en desventaja. - Dijo Lisa soltando una sonrisa falsa ya que aún no se explicaba cómo los chicos habían salido ilesos si Lily había anulado sus poderes lo máximo posible como ella había dicho. Aaron miró a Zack y sonrió para después mirar de nuevo a los consejeros. - Como las polillas a la luz. Definitivamente, necesitáis un estratega en el grupo. - Le dijo Aaron mientras negaba con la cabeza y Zack miraba a Lisa. - ¿Cuántos somos, Lisa? - Le dijo Zack al tiempo que ladeaba la cabeza. La chica enarcó una ceja y contestó. - Dos. - Zack rodó los ojos y miró a Fausto al ver que no había remedio. - Voy a especificar mejor, ¿cuántos creéis que somos? - Preguntó de nuevo el elektro al tiempo que volvía la vista hacia Cynthia y arqueaba las cejas. - ¡Es una trampa! - Exclamó al tiempo que una muralla de fuego de unos diez metros rodeaba tanto a elementos como a consejeros y detrás de estos aparecían los dos chicos que faltaban. - Os tenemos. - Dijo Alexander con diversión al tiempo que Elena movía la mano y atrapaba a Lily en un torbellino de agua gigante que le impedía respirar y moverse. Después  el torbellino se solidificó congelándose con ella dentro. - Dos menos, solo quedan siete. - Canturreó Elena al tiempo que los cuatro se acercaban cada vez más a los Consejeros. Los tenían rodeados por lo que la batalla era ahora más inminente que nunca. Ninguno de los bandos tenía ventaja alguna, así que ahora se decidiría quiénes eran los más poderosos, los Elementos o los Consejeros. La batalla por el Paraíso estaba a  punto de empezar.












sábado, 6 de abril de 2013

The Fall of the Days

                                         CHOQUE DE TITANES

                                                                                                               Octubre 2611



Un escalofrío recorrió el cuerpo de Syndus al tiempo que el viento comenzaba a cobrar fuerza de nuevo. Los dos chicos mantenían la vista fija en el otro, esperando a que diera el primer paso para iniciar de nuevo una conversación. Sin embargo, Wyatt no parecía muy interesado en hablar por lo que Syndus decidió tomar la iniciativa antes de que fuera demasiado tarde para hacer nada. - Explícate. No... no lo entiendo. ¿De verdad crees en esa absurda leyenda Shinter? - Wyatt por su parte enarcó una ceja sin decir nada mientras le miraba en silencio. Es como si el rubio estuviera meditando si merecía la pena responderle o no. Al cabo de unos momentos terminó por suspirar y relajó la postura, lo cuál tranquilizó a Syndus también. - Hace mucho que dejé de creer en cualquier cosa que tuviera que ver con los Shinter, Syndus. Exactamente el día en el que Heclacio vino a visitarnos fue el último día en el que tuve fe en ellos. Luego fui a reparar el sello de la Miasma y todo cambió. No sé, no quiero decir que antes de esto tuviera mucha fe en ellos, pero la historia que nos contaron acerca del paraíso, es en parte cierta. - Explicó mientras estiraba un poco sus brazos al tiempo que movía las piernas para que no se le quedaran anquilosadas. Syndus se quedó en silencio esperando a que su hermano continuara con la explicación, pero éste no lo hizo, se quedó callado mirándole con aquella extraña sonrisa dibujada en su rostro. Suspiró sonoramente y enarcó una ceja mirando a su hermano mayor. - ¿Me lo vas a contar o nos vamos a quedar aquí mirándonos todo el maldito día? - Wyatt ensancho su sonrisa al tiempo que una carcajada fría escapada de sus labios y después negaba con la cabeza al tiempo que entrecerraba los ojos. - Tranquilo Syndus, tenemos tiempo por ahora. No creo que los Elementos nos molesten en un buen rato, es probable que estén ocupados. - Dijo como si le importara todo un pimiento. - ¿Qué les has hecho? - Preguntó entre enfadado y atemorizado ante la idea de que hubiera aniquilado a los Cuatro Elementos simplemente porque le estorbaban. Wyatt volvió a reír de aquella forma tan extraña e inhumana al tiempo que enarcaba una ceja y negaba con la cabeza con un gesto que indicaba claramamente "no tienes remedio". - Les he mandado a paseo, literalmente. - Al ver la cara que ponía Syndus, Wyatt rodó los ojos. - Está bien. Los he mandado hasta la parte más baja de la torre, así podremos hablar en privado. - Explicó de forma automática mientras le miraba con cara de aburrimiento. - Con eso apenas ganas tiempo, solo unos pocos minutos en lo que tardan en volver a subir a la torre. Por no mencionar que Zack puede llegar en un par de segundos y que Aaron en un minuto estaría aquí ya que puede volar. - Wyatt sonrió ante sus palabras y negó con la cabeza. - Hay, mi querido hermano. Eres un ingenuo. Los consejeros estarán esperándoles. - Comentó con total naturalidad. - Los consejeros han perdido sus poderes y la batalla, Wyatt. - Dijo Syndus con orgullo, pero Wyatt simplemente se echó a reír.  Mira a tu alrededor y dime si no notas nada diferente. - Syndus miró en todas direcciones, pero por más que se fijara no había nada distinto a cuando habían subido hacía ya varios minutos. Syndus iba a abrir la boca para decir que no había nada diferente, pero antes de que lo hiciera, Wyatt señaló al cielo y fue entonces cuando el chico comprendió a qué se refería su hermano. - El eclipse lunar ha pasado... - Wyatt aplaudió varias veces al tiempo que cambiaba el peso del cuerpo de una pierna a otra. - Voy a contarte un secreto. Los consejeros perdieron sus poderes a causa del eclipse, pero ahora que el eclipse ha pasado, sus poderes han vuelto a ellos. A estas alturas Elijah habrá curado a todos. Adivina la clase de recibimiento que darán a los desprevenidos Cuatro Elementos. - Dijo con diversión al tiempo que alzaba las cejas repetidamente como si aquello le hiciera gracia de verdad. Syndus apretó los labios con furia al tiempo que cerraba los puños y el ruido de una enorme explosión sacudía la torre. - Uops, yo diría que ya se han encontrado... - Abrió los ojos como si aquello le emocionara de verdad y Syndus pensó que su hermano se había vuelto completamente loco. - Pronto la luna se teñirá de rojo y entonces podremos comenzar con el ritual de sacrificio. - Aclaró con absoluta calma mientras se cruzaba de brazos esperando pacientemente. - ¿Por qué haces esto? - Bufó al tiempo que daba un paso hacia delante con enfado. - Ya te lo he dicho antes, para traer el paraíso a la Tierra.

Abrió los ojos algo mareado y miró a su alrededor sin ser muy consciente de dónde se encontraba en aquellos momentos. Tenía un dolor de cabeza tremendo, como si algo estuviera martilleando su mente hasta dejarlo más blando que la plastilina. Alguien le puso una mano en el hombro y se sobresaltó de golpe. - ¿Estás bien? - Preguntó Aaron mirando al rubio mientras éste asentía aún algo desorientado. - Aaron, ¿dónde están Alex y Elena? - El ventus negó con la cabeza respondiendo de forma muda a la pregunta del elektro. - No lo sé, Zack. Cuando he despertado no había nadie a mi lado, he caminado un poco y te he encontrado a ti. - Contestó al tiempo que arrugaba su frente de forma pensativa. Zack se levantó sin decir nada. Sabía que cuando Aaron arrugaba la frente de esa forma, significaba que estaba pensando algo. Del mismo modo que sabía que en esos momentos valoraba mucho el silencio. Por lo tanto el elektro se limitó a mirar los alrededores mientras se rascaba un poco la cabeza que no había dejado de dolerle desde que había despertado. - Estamos en el bosque cercano a la torre, mira. - Dijo por fin Zack tras unos minutos rompiendo el silencio y señalando la torre que se veía entre los árboles. Aaron se mordió el labio durante unos segundos y después echó a caminar en dirección a la torre. - Lo más probable es que Wyatt nos haya mandado hasta aquí. Estamos en un aprieto Zack. No tenemos ni idea de dónde están Alex y Elena y ni siquiera sabemos si están bien. Por otro lado Syndus se ha quedado a solas con Wyatt en la torre y estoy seguro de que va a necesitar nuestra ayuda. - Comentó mientras aceleraba el paso y el elektro le seguía a la par. - ¿Qué crees que le ha pasado a Wyatt, Aaron? No parece el mismo de hace seiscientos años. Quiero decir que ya sé que han pasado seiscientos años y que es mucho tiempo. Pero Wyatt vivió con nosotros mucho más que eso y nunca le notamos nada raro. - Zack exponía sus dudas conforme seguían caminando, porque sabía que aquello distraería a Aaron en aquel momento, ya que era lo que el ventus necesitaba. - No lo sé. Sé tanto como tú Zack. De lo que sí estoy seguro es que no es el Wyatt de siempre, puede incluso que ni siquiera se trate de Wyatt. - Zack asintió ante sus palabras y se mordió el labio mientras la torre se iba a haciendo más y más grande conforme se acercaban. - Y seguimos esta dirección porque si Alex y Elena han despertado y están bien también creerán que iremos a la torre a ayudar a Syndus, ¿no es así? - Cuestionó el chico de forma casi divertida mientras Aaron volvía la vista hacia él con una sonrisa y asentía con la cabeza. Caminaron varios minutos más y cuando por fin llegaron a la entrada de la torre ni Alex ni Elena estaban ahí esperándoles. Aaron frunció el ceño ante esto y Zack se mordió el labio mirando a su alrededor. - Esperaremos unos cinco o diez minutos. Si no aparecen en ese lapso de tiempo habrá que subir a apoyar a Syndus. - Zack asintió y se apoyó en un árbol mientras Aaron se sentaba a los pies de otro y cerraba los ojos meditando en silencio. Al cabo de un rato escucharon unos pasos y Zack se volteó para mirar quién venía mientras Aaron abría los ojos de golpe. - ¿Elena? ¿Alex? - No hubo respuesta durante unos segundos, solo silencio y ambos chicos se pusieron nerviosos. - Me temo que no, Zack. - Una chica rubia asomó de los árboles más cercanos a ellos y detrás de ella todo un grupo de hasta ocho personas más. - Los Consejeros del Paraíso, de nuevo. - Dijo Aaron mientras Zack y él se juntaban y miraban a los recién llegados. - Los mismos. - Aseguró Darhak al tiempo que hacía sonar sus nudillos y miraba a los dos elementos desafiante. - Bueno, si es cierto que queréis ver el paraíso adelante, atacad. Os mandaremos ahí en un periquete. - Aseguró un malhumorado Zack al tiempo que la electricidad comenzaba a cargarse en el ambiente. - Voy a ayudarte a despejar dudas, Elektro. ¿Cuántos sois? - Preguntó Lisa con una sonrisa de suficiencia al tiempo que ensombrecía la mirada. - Somos dos. - Contestó Aaron antes de que Zack dijera nada. - Bien, ¿y cómo os hacéis llamar? - Cuestionó Fausto con un brillo extraño en la mirada. - Los Cuatro Elementos. - Contestó Zack al tiempo que ensombrecía su mirada, ya que sabía por dónde iban. - Oh, vaya, ¿dónde están los otros dos? - Soltó Lily al tiempo que se llevaba una mano a la boca como si la idea de que faltaran dos elementos le horrorizara. En ese momento Baek apareció mientras iba formando una esfera de Luxvis sobre la cabeza de los consejeros. La bola iba creciendo poco a poco, pero ya había cogido el tamaño de una casa de tres pisos. - Prepárate para anularles lo máximo que puedas Lily. - Dijo Derek al tiempo que Aaron y Zack se ponían en guardia. Demasiado tarde, Baek lanzó la bola gigante hacia los dos elementos que no pudieron hacer otra cosa que ver cómo caía sobre ellos creando una explosión gigante que sacudió la torre entera.










jueves, 4 de abril de 2013

The Fall of the Days

                                       EL FIN DE LA ESPERANZA

                                                                                                           Octubre del 2611


"Los Consejeros del Paraíso fueron apaleados por Syndus y la contienda acabó en victoria para los Elementos. Aunque parecían haber muerto en batalla, Syndus parecía estar más que seguro de que los Consejeros habían conseguido escapar de alguna forma en el último momento. Aquello parecía disgustar a todos menos a mi. Sabía que eran nuestros enemigos, pero no quería que nada malo le sucediera a Cynthia, durante aquellos meses se había convertido en una buena amiga. De todas formas no conocía a los demás, pero tampoco deseaba su muerte. Luego estaba el hecho de que Syndus se había pasado al usar el elemento prohibido, ya que había movido el planeta entero dos centímetros de su eje original a causa de los temblores que había provocado por culpa de la fisura. Por todo lo demás los días en el barco transcurrieron de forma lenta y monótona, pero todo fue volviendo a la normalidad poco a poco. Tomamos tierra firme a principios de Septiembre y sin esperar ni un solo segundo, pusimos rumbo hacia la dichosa Torre. Caminamos durante días y días sin descanso alguno, en algunas ocasiones teníamos suerte y nos encontrábamos con algún pueblo en el que pudiéramos parar a comer algo, comprar víveres y buscar información y el paradero de aquella maldita Torre y de la persona que se hacía llamar "el Primero". Casi nadie sabía nada de este curioso personaje y mucho menos qué aspecto tenía, pero sí que habían oído leyendas e historias acerca de aquella Torre, que según los aldeanos estaba a punto de ser acabada. Dicha edificación recibía el nombre de Torre del Paraíso y al parecer el ritual para traer el paraíso a la Tierra se llevaría a cabo la primera semana de Octubre, en la noche sin Luna. No volvimos a saber nada de los Consejeros del Paraíso en toda nuestra travesía, lo cuál nos dio a entender o bien que no sabían nada o que habían decidido no interferir de momento. El tiempo fue pasando y al final descubrimos la localización exacta de la Torre del Paraíso por lo que no tardamos en poner rumbo ahí. El dos de octubre llegaron frente a la colosal torre. Su aspecto era realmente imponente y parecía que la edificación, que ya estaba terminada para entonces, alcanzaba los cielos de verdad. Estaba empezando a oscurecer y por lo que sabíamos, la noche sin Luna era ese día. Aquella misma noche ocurriría un Eclipse lunar que oscurecería el cielo completamente haciendo desaparecer al satélite durante varios minutos. Nadie nos recibió en nuestra llegada a la torre, lo que nos dio a entender que estarían esperándonos en el interior del edificio. Claramente, era una trampa. Entramos en aquel lugar y enseguida fuimos recibidos por los nueve Consejeros del Paraíso. Insistimos a Syndus para que siguiera subiendo la torre y así llegara hasta ese tal "Primero" pasa poder detener sus planes y de mientras nosotros plantaríamos cara a los Consejeros. Una cruenta batalla estalló entre los Elementos y los Consejeros que en grupo eran mucho más temibles que por separado, además parecían haber estado preparándose para nosotros y eso justificaba su ausencia. La batalla no llegaba a ninguna parte y en aquel momento apareció Syndus de nuevo, que al parecer se rehusaba a dejarnos atrás. La batalla continuó esta vez mucho más igualada, pero los Consejeros seguían siendo como un bloque gigante que parecía imposible de romper. Hasta que cuando llegó la medianoche ocurrió el milagro. De pronto sin razón aparente los poderes de los Consejeros se desvanecieron como si nunca los hubieran tenido y nosotros pusimos fin a la lucha. No sabíamos el por qué de aquello, pero lejos de ponernos a investigar, aprovechamos para subir hasta lo alto de la Torre donde el Primero estaría llevando a cabo el ritual para traer el paraíso. Aún nos quedaban unos segundos y los Consejeros estaban fuera de juego. Estábamos seguros de que íbamos a conseguirlo, por un momento, unos cuántos minutos, estuvimos seguros de que venceríamos. No teníamos ni idea de lo equivocados que estábamos..."

Los pasos de los cinco chicos resonaban por el corredor conforme iban subiendo las escaleras. La respiración de los muchachos era agitada, pero ninguno de ellos estaba cansado y si lo estaba no dio muestra alguna en ningún momento. Sabían lo importante que era llegar a tiempo por lo que no se detuvieron ni siquiera para hablar entre ellos. Fue en ese preciso instante cuando creían que nunca iban a alcanzar el torreón de la torre cuando vislumbraron una salida a los lejos. - Ahí está la salida, no os detengáis por nada... - Gritó Aaron con fuerza dando ese ánimo final que tanto necesitaban todos, pero que nadie pedía. Los cinco a la vez pusieron el pie en lo alto de la Torre y echaron un rápido vistazo a su alrededor, el problema era que no se veía nada. A simple vista no había nadie en aquel lugar, por lo que los cinco comenzaron a andar, esta vez más despacio acompasando su respiración, hacia el centro de la Torre. - No hay nada. No hay nadie. - Dijo Alexander sin elevar mucho la voz por si acaso. Por su tono parecía triste e incluso decepcionado ante la idea de que todo aquello no hubiera sido más que una farsa. El joven ignis había estado deseando medir fuerzas con aquel misterioso "Primero" desde que había conocido su existencia, pero al parecer ahora iba a quedarse con las ganas. - ¿Todo ha sido una farsa? - Preguntó Elena al tiempo que los chicos llegaban a lo que sería más o menos el centro. - Se han tomado muchas molestias para que fuera solo una farsa, ¿no creéis? - Preguntó Zack mirando a sus compañeros a los cuales veía justo justo. - Puede que el ritual no fuera una farsa, puede que incluso lo del paraíso fuera verdad. Lo que creo que se inventaron fue eso del Primero. - Razonó Aaron mirando de un lado para otro sin demasiado entusiasmo ya que no veía nada. - Eso tiene sentido, ya que una invención como esa atraería a las masas y les ayudarían en la construcción de la torre, como si de una secta se tratara. - Apuntó Elena al tiempo que el pelirrojo Alex enarcaba una ceja. - ¿Syndus? - Sin embargo no obtuvo respuesta alguna y el elektro también se preocupó. - ¿Nos oyes? - Durante varios segundos de nuevo les llenó el silencio, hasta que entonces escucharon una palabras cerca de ellos. - Shhh estoy aquí, no os preocupéis. Es solo que aquí hay algo que no me cuadra... ¿no lo notáis? - Preguntó el moreno mientras los otros cuatro enarcaban una ceja y negaban con la cabeza - ¿Notar el qué? - Preguntaron al unísono pero Syndus les volvió a chistar y se callaron de nuevo. - Es como una presencia, muy poderosa. Manteneos alerta... - No había terminado la frase cuando un fuerte vendaval los sacudió a todos con fuerza y acto seguido unas antorchas que estaban en las esquinas de la torre y que habían pasado inadvertidas a causa de la oscuridad, prendieron al instante iluminando toda la zona. Justo en el centro centro de lo alto de la torre a escasos metros de los cinco, se encontraba un chico. Era alto, bastante corpulento con un físico más que bien formado. Sus cabellos eran rubios y estaban bastante alborotados a causa del vendaval de viento que había sacudido la zona justo segundos antes. Llevaba unos pantalones de cuero marrones oscuros acompañado de una camiseta blanca. Su rostro mostraba una sonrisa entre macabra y divertida y sus ojos centelleaban en mitad de la noche. Los cinco se quedaron completamente boquiabiertos ante la figura que parecía haber salido de la nada, y aunque los cinco lo habían reconocido, ninguno había sido capaz de articular palabra alguna. Hasta que al final, fue Syndus el que rompió el silencio. - ¡¿Wyatt?! - Exclamó entre asombrado e incrédulo al tiempo que daba un paso hacia su hermano, pero Aaron lo agarró antes de que siguiera acercándose más a él. - Ten cuidado Syndus, mírale, no parece el mismo de antes. - Syndus volvió la vista a su hermano y éste le miraba todavía con aquel extraño brillo en sus ojos. - ¿Ni siquiera vas a darme un abrazo, hermanito? - Preguntó alzando las manos mientras los miraba a todos. Nadie se movió ni dijo nada durante unos pocos segundos que parecieron eternos y entonces Syndus comenzó a caminar hacia su hermano a pesar de la advertencia de Aaron y lo abrazó con fuerza. Wyatt devolvió el abrazo a su hermano y varios minutos después ambos se separaron. - ¿Cómo es posible que estés aquí? Desapareciste hace 600 años sin dejar ni una sola pista, creíamos que habías muerto o te habías sacrificado o algo así. Después de todo la Miasma no se propagó  y tú ya no estabas. Todo encajaba. ¿Dónde has estado? ¿Qué sucedió? Te he echado de menos. - Las palabras habían salido atropelladamente de los labios de Syndus que no podía contener la emoción de haberse reencontrado con su hermano que creía muerto hacía seiscientos años. - Eh, eh. Para. Vas a acabar atragantándote y además no puedo responderte si no dejas de preguntarme. - Dijo Wyatt mostrando una sonrisa que pretendía ser amable, pero no lo era. Sin embargo Syndus estaba demasiado contento para verlo, pero el gesto no pasó por alto para los Cuatro Elementos que sabían que algo no iba bien. Aaron abrió la boca para hablar, pero fue interrumpido por Wyatt que le había estado observando. - Pero antes que nada, los adultos vamos a tener una charla. En privado. Así que... - Movió la mano haciendo un gesto extraño y los Cuatro Elementos desaparecieron del lugar en un abrir y cerrar de ojos. Syndus se quedó perplejo y se encaró a su hermano. - ¿Pero qué estás haciendo? ¿A dónde los has mandado? - Quiso saber mientras retrocedía un paso alejándose de Wyatt. - Quieres saber lo que ha pasado, te lo contaré. Pero a ellos no los necesito, por eso los he quitado del medio. Te necesito a ti, porque serás el sacrificio. - Comentó con voz de ultratumba al tiempo que sus ojos oscurecían y una especie de aura salía a su alrededor. - ¿Sacrificio? ¿Pero de qué estás hablando, Wyatt? ¿Sacrificio para qué? - Cuestionó Syndus mientras fruncía el ceño y se colocaba en guardia. - Porque esto es todo. Eres el sacrificio que traerá el Paraíso a la Tierra.