ENFRENTAMIENTO FRATRICIDA
Octubre del 2611
Syndus
contuvo el aliento en silencio mientras la carcajada de Wyatt
resonaba en el oscuro firmamento. El joven pelinegro aún continuaba
esperando la dichosa respuesta, pero su hermano mayor parecía haber
perdido todo el interés por dársela. Syndus no entendía el
comportamiento de Wyatt. ¿Qué diantres le había ocurrido en su
ausencia y por qué se comportaba de aquella forma? Por más que le
miraba no había cambiado ni un ápice, no físicamente al menos,
pero era obvio que ya no era el mismo Wyatt que antes y eso seguía
planteándole la duda de qué era lo que había en el interior del
Templo de los Divinos, lugar donde fue sellado la Miasma tiempo
atrás. - ¿Vas a contármelo o vamos a pasar
mirándonos el resto de la eternidad? - Quiso saber cambiando
el tono de voz a uno molesto. Por su parte Wyatt enarcó una ceja
ante la nueva actitud de su hermano y se limitó a contestar. - Nada,
no había nada. El templo se encontraba completamente vacío,
hermano. - Syndus abrió la boca para contestar, pero al ver
que no salía nada de sus labios optó por volver a cerrarla. El
rubio le miraba de una forma curiosa y al mismo tiempo incómoda,
como si estuviera estudiándole para ver todas y cada una de las
reacciones que Syndus tenía. - ¿Entonces los
Shinter nos mintieron en todo? - Medio balbuceó al darse
cuenta realmente lo que significaban las palabras de su hermano.
Wyatt se encogió de forma muy leve de hombros y no dijo nada más,
dejando que Syndus fuera el que tomara su decisión al respecto sin
ningún tipo de influencias externas. - Ése es
el motivo por el que hice levantar esta Torre, estaba harto de
escuchar tanta mentira. - Continuó Wyatt al ver que su
hermano se había quedado completamente mudo. -
¿A qué te refieres? - Cuestionó el pelinegro frunciendo el
ceño y recuperando la capacidad de hablar. - Los
Shinter nos mintieron y usaron para sus propios propósitos. La única
historia que nos contaron y era cierta fue la del Paraíso en la
Tierra. Historia en la que no prestaste demasiada atención por lo
que veo. - Wyatt sonrió de una forma extraña, casi como si
de una mueca se tratara y un pequeño escalofrío recorrió el cuerpo
de Syndus. - Explícate. - Pidió al
tiempo que clavaba su mirada en la de su hermano mayor, algo
impaciente. - Si traemos el Paraíso a la
Tierra, los mismos Dioses volverán a este planeta y cuando eso
ocurra, la Tierra alcanzará su época más esplendorosa. -
Syndus abrió la boca atónito por lo que le estaba contando. ¿El
Paraíso? ¿Dioses en la Tierra? Su hermano nunca había sido
creyente y sin embargo, ahora hablaba como el servidor más leal de
unos Dioses cuya existencia no estaba ni siquiera verificada. -
Lo que estás contando es una locura, Wyatt. No tiene ni pies ni
cabeza. - Le dijo con un tono algo duro, tratando de cortar
con aquel tema de la forma más tajante posible. - Únete
a mi, y juntos traeremos la salvación a este planeta condenado a la
destrucción. - Dijo Wyatt ignorando el anterior comentario de
su hermano y extendiéndole la mano. Syndus por su parte contempló
la mano de su hermano sin moverse del sitio todavía. Quería creer
en su hermano, pero el problema era que minutos antes había dicho
que él sería el sacrificio que traería el paraíso a la Tierra. -
No voy a dejar que me sacrifiques, Wyatt. - Sentenció el
pelinegro mientras fruncía el ceño de forma muy leve. - Si
te unes a mi, eso no será necesario. - Sonrió al tiempo que
ladeaba la cabeza y mantenía los ojos clavados en su hermano
pequeño. - ¿Y cómo piensas traer el Paraíso
sin sacrificarme a mi? - Quiso saber dando un paso hacia su
hermano manteniendo aún ese recelo. - Bueno,
puedo sacrificar un elemento natural por cada elemento base existente
y así tú no tendrás que morir. - Syndus puso los ojos como
platos al tiempo que su conciencia era golpeada por una fuerza
invisible. ¿Wyatt pretendía sacrificar a los Elementos? ¿SUS
Elementos? Eso no podía permitirlo. Wyatt era su hermano mayor, pero
los Elementos eran su familia, su responsabilidad. No entendía que
su hermano hablara de sacrificarlos como si de trapos viejos se
tratara. - Eso no voy a permitirlo, Wyatt,
nunca. - Aclaró con un tono de voz que no admitía réplica
alguna y mirando a su hermano de forma desafiante. El Shinter suspiró
como si aquello le diera lástima y después volvió la vista a
Syndus. - Entonces no me dejas otra elección,
tendré que sacrificarte a ti. - Sentenció con un tono de voz
aterrador.
No
había terminado de hablar cuando una fuerza invisible golpeó a
Syndus y lo lanzó volando varios metros de distancia. Syndus dejó
escapar un grito que quedó ahogado por la sorpresa, al tiempo que se
levantaba rápidamente del suelo sin hacer caso al dolor que sentía
en todo el cuerpo. Alzó la vista justo a tiempo para ver cómo unas
cadenas de color púrpura salían del suelo dispuesto a atarle, sin
embargo, esta vez ya no estaba desprevenido y las cadenas fueron
calcinadas por un fuego de color negro. Wyatt extendió la mano
apuntándole con la palma y acto seguido un círculo con unas runas
raras apareció ante sus ojos, seguido de un haz de luz que tuvo que
esquivar saltando a un lado y haciendo una pirueta. El cielo se nubló
al instante y un terrible aguacero seguido por una tormenta estalló
sobre ambos chicos con el viento golpeando la torre con todas sus
fuerzas y haciéndolo temblar hasta sus cimientos. - ¿De
verdad vas a matarme? - El rubio no contestó y cuando Syndus
quiso darse cuenta una bola tan negra como el carbón se había
materializado sobre Wyatt. - ¡Respóndeme!
- Gritó para hacerse oír por encima del estruendo del viento y la
tormenta. Wyatt se mantuvo en silencio mientras que con un simple
gesto lanzaba la bola en dirección a Syndus. Éste contempló algo
horrorizado que la bola había adquirido el tamaño de un coche, sin
embargo, el ataque de Wyatt fue detenido por un témpano de hielo del
tamaño de un árbol que cayó del cielo como por arte de magia.
Dicho témpano se hizo trizas cuando se encontró con aquella bola de
oscuridad y miles de trozos de hielo salieron por los aires. De
pronto se quedaron suspendidos en el aire como si de miles de
cuchillos se trataran mientras Syndus miraba desafiante a Wyatt. - No
eres el único que ha cambiado... - Y acto seguido todos los
trozos de hielo, afilados como cuchillas, salieron despedidos hacia
Wyatt, mientras éste ladeaba la cabeza con suma curiosidad. El
Shinter golpeó el suelo con una patada y todos los trozos quedaron
suspendidos en el aire y segundos después se esfumaron. - Esos
trucos de feria no van a funcionar conmigo Syndus, incluso me da la
sensación de que no estás peleando de verdad conmigo y eso es un
gran error. - No había terminado de hablar cuando un rayo tan
negro como el carbón cayo sobre él a una velocidad de vértigo,
pero no llegó a golpear a Wyatt. Syndus contempló cómo el
relámpago golpeaba algo invisible y después desaparecía sin causar
efecto alguno en su hermano. - ¿Es todo lo que
tienes? ¿Un mísero relámpago, eso es todo? - Se burló
Wyatt mientras Syndus se mordía el labio inferior. No le gustaba
admitirlo, pero su hermano tenía razón. Durante los años en los
que ambos juntos entrenaron sus poderes, él nunca había sido capaz
de hacer un rasguño a Wyatt y mucho menos de hacerle sangrar.
¿Entonces cómo pensaba detenerle? - No me
desafíes Wyatt, sabes perfectamente que soy capaz de mucho más que
esto. - Advirtió al tiempo que su hermano soltaba una suave
carcajada. - Adelante entonces. - Le
retó al tiempo que Syndus torcía el gesto y un torbellino de fuego,
agua, viento y electricidad rodeaba su cuerpo. Wyatt por su parte
enarcó una ceja sonriendo levemente, para después apoyar una mano
en el suelo. Unas columnas de oscuridad emergieron del suelo y fueron
directas hacia Syndus, pero una simple bofetada del viento, los
desvió sin necesidad de que el pelinegro tuviera que actuar en
consecuencia. El joven pelinegro levantó las manos en dirección a
Wyatt y como consecuencia un dragón imbuido con los cuatro elementos
emergió del torbellino que rodeaba a Syndus. El dragón abrió sus
fauces dispuesto a triturar el cuerpo de Wyatt, pero volvió a
encontrarse con aquella fuerza invisible que le impedía el pasó.
Wyatt observó el dragón con suma curiosidad sin inmutarse siquiera
mientras éste seguía intentando cerrar sus fauces entorno a Wyatt
para acabar con su barrera invisible. Un suave sonido de cristal al
resquebrajarse seguido de un limpio crack alertó al Shinter de que
su defensa estaba a punto de ser destruida. -
Ya veo, Etherium... - Fue lo último que dijo antes de que el
dragón acabara con su defensa y cerrara los fauces entorno a él
provocando una explosión gigante de llamas, agua, viento y
electricidad.
Syndus
tragó saliva mientras el humo se dispersaba y mostraba a un Wyatt
ileso. Es cierto que tenía unas leves marcas de quemadura e incluso
bastantes rasguños, pero el rubio se encontraba más que bien. Sin
embargo había algo en la mirada del Shinter que daba más miedo que
antes y Syndus no estaba muy seguro de saber el qué. - Me
has jugado sucio, Syndus. - Comentó con voz inhumana al
tiempo que el pelinegro abría la boca para protestar, sin embargo,
Wyatt volvió a adelantarse. - Ahora me toca a
mi... - Levantó la palma de la mano al tiempo que Syndus se
ponía en guardia. Una onda de choque hizo temblar la torre hasta los
mismos cimientos y entonces Syndus notó que algo lo arrastraba hacia
Wyatt. Algo terriblemente fuerte lo movía en contra de su voluntad,
como si Wyatt fuera una succionadora y estuviera atrayendo a Syndus
hacia él. El joven pelinegro no pudo soportarlo, salió despedido y
cuando quiso darse cuenta, Wyatt lo agarró de la cara atravesando el
torbellino y lo estampó contra el suelo con una fuerza sobrehumana,
tanto, que abrió un cráter en la superficie. Un alarido de dolor
rasgó la noche y se hizo notar a través del estruendo de la
tormenta y el silbido del viento. Trató de levantarse, pero en ese
momento una columna de presión cayó sobre él estampándolo contra
el suelo con más fuerza aún, haciendo más notorio el cráter y
haciendo temblar cada uno de los huesos de su cuerpo. Wyatt se
inclinó manteniendo aún la columna de presión sobre su hermano y
lo agarró de los cabellos para obligarle a mirarle a él, a pesar de
la fuerza que ejercía la presión sobre Syndus. - La
pelea ha terminado. - Dijo al tiempo que Syndus sintió que le
abandonaban las fuerzas. Wyatt deshizo la columna de presión y
levantó el cuerpo inerte de su hermano, que lo sostenía todavía
agarrándolo de los cabellos. Syndus abrió un ojo con todo su cuerpo
dolorido mientras una sombra de oscuridad cruzaba los ojos de su
hermano mayor. - Muere como el resto de los
Elementos y trae el Paraíso a la Tierra. - Acto seguido soltó
el cuerpo y le apuntó con la otra mano. El cuerpo del pelinegro
salió repelido fuera de la torre y cayó al vacío mientras el
temporal se hacía más fuerte aún.