viernes, 18 de mayo de 2012

The Beginning of the End


                                                 CHRYSTINA CELESTE


                                                                                      Diciembre del 2011




El rubio contuvo la respiración emocionado al escuchar de nuevo el nombre de su madre, había pasado tanto tiempo desde la última vez que lo había escuchado que se le había olvidado su nombre ya. De todas formas Wyatt era muy pequeño cuando su madre murió, hacía muy poco que había cumplido los 8 años. Habían pasado dos milenios desde entonces y el chico tenía demasiadas cosas en la cabeza. Heclacio lo miraba de una  forma extraña, como si estuviera estudiándolo o algo así. Parecía estar atento a todas y cada una de las reacciones que tenía el chico. Wyatt había respetado la norma de Heclacio de no hacer preguntas mientras él estuviera hablando, sin embargo, llevaba ya un buen rato en silencio y no parecía con intenciones de seguir hablando, no de momento al menos.-Por qué me cuenta todo esto ahora? Ha tenido más de dos mil años para venir a contármelo...-replicó al tiempo que Heclacio clavaba sus ojos en él.-No es tan simple Wyatt, no te encontraba por ningún lado, ya te he dicho que he estado buscándote hasta ahora.-El rubio no sabía si creerse o no las palabras del viejo. Por una parte quería creerle, pero por otra todavía resonaban unas cuantas preguntas, preguntas que debían ser respondidas.-Podrías habérmelo explicado cuando Syndus y yo estuvimos en la Tribu Shinter, en vez de esperar a que nos fuéramos para salir a buscarnos siglos más tarde.-Explicó con resentimiento. Podía notar cómo empezaba a hervirle la sangre, se estaba enfadando mucho de repente y cuando Wyatt se enfadaba demasiado, ocurrían muchos accidentes a su alrededor.-Yo no estaba en la tribu cuando tú y Syndus nos encontrasteis, Wyatt.-Comentó el anciano con voz cansada y débil.-¿Por qué no? ¿Estabas de viaje o algo así?-Soltó Wyatt con sarcasmo y un tono de voz algo ácido. Era obvio que no se había creído la palabras de Heclacio, a lo que el anciano simplemente negó con la cabeza.-Fui expulsado de la Tribu Shinter, justo después de tu nacimiento Wyatt.-Explicó ante la atónita mirada del rubio, cuyo enfado iba transformándose poco a poco en sorpresa e incomprensión.

-Llevan ahí más de dos horas, ¿de que creéis que estarán hablando?-Dijo Zack mirando primero a Aaron y después a Syndus. Ninguno de los dos respondió y entonces volvió la mirada a Alex y después a Elena. Estos tampoco supieron qué responder, pero en ese momento fue Syndus el que tomó la palabra.-Probablemente estén tardando tanto porque al principio Wyatt habrá sondeado su mente para saber si el viejo mentía o no. Después habrá comprobado que decía la verdad y supongo que ahora el Peclacio ese...-Pero fue interrumpido por Aaron-Heclacio.-Aclaró conteniendo una sonrisa.-¿Por dónde iba? ¡Ah, sí! Pues eso, que ahora el señor éste le estará contando lo que le ha venido a contar en un principio.-Fue entonces cuando Elena alzó la vista hacia él.-¿Tú le crees, Syndus? En lo de que es un Shinter, digo.-Comentó con curiosidad, pero antes de que Syndus pudiera contestar fue Alex el que intervino.-Lo que no entiendo es a qué viene tanto secretismo. ¿Por qué demonios no cuenta lo que tiene que contar delante de todos?-Preguntó con cierto resquemor al tiempo que Aaron ponía una mano en su hombro para que su amigo se relajara.-Supongo que ese asunto del que quiere tratar solo atañera a Wyatt, Alex y como el anciano no sabe la clase de relación que tenemos a preferido hablar en privado con él, por si dice algo que no tiene que decir delante de todos.-Racionalizó el Ventus mientras el pelirrojo soltaba un leve bufido y miraba para otro lado.-Pues no sé vosotros, pero yo me muero de curiosidad, espero que Wyatt nos lo cuente cuando vuelva.-Dijo Zack mientras sonreía de forma divertida. Elena sonrió ante el comentario del Elektro y después suspiró.-La verdad es que yo también tengo curiosidad.-Confesó Elena mientras se mordía el labio inferior y sonreía como una niña pequeña. Ella no se dio cuenta, pero en aquel momento los otros tres Elementos clavaron sus ojos en ella y Syndus no pudo hacer otra cosa que negar con la cabeza ante lo evidente. Se preguntó a sí mismo hasta cuándo iba a durar aquella situación y lo que era más importante, ¿cuándo iba a darse cuenta la Aqua de que los otros tres Elementos estaban locos por ella? Pero sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando un fuerte golpe proveniente de la cocina hizo que los cinco volvieran la vista a aquel lugar.

-¡ESTÁS MINTIENDO!-Exclamó Wyatt golpeando con fuerza en la mesa. Ésta se partió en dos sacando mucho ruido y Heclacio se echó hacia atrás como un acto reflejo.-NO me trates como a un ignorante Heclacio, los Shinter me dijeron que nunca jamás habían expulsado a nadie de su tribu, ya que eso estaba prohibido por sus propias normas.-Escupió el rubio con respiración entrecortada debido al enfado que se había agarrado.-Sadler te mintió para proteger el secreto Wyatt. Si me dejas explicártelo, lo haré, pero si sigues perdiendo los estribos de esa manera, me matarás sin siquiera darte cuenta de que lo has hecho.-Murmuró el anciano volviendo a poner la situación bajo control. Wyatt suspiró y trató de relajarse. Ni siquiera sabía por qué se había puesto así, era cierto que odiaba las mentiras, pero nunca se había puesto así  por una. Ni siquiera cuando Syndus y los Elementos le gastaron una broma, haciéndole creer a Wyatt que Syndus había perdido a los Elementos de vista y estos se habían perdido mientras estaban a su cargo. Al ver que Wyatt no decía nada y se estaba relajando, decidió continuar.-Para que entiendas las cosas, voy a hacerte un pequeño resumen de las normas que establecieron los Dioses cuando nos crearon a nosotros, los Shinter. La primera norma es que solo un Shinter puede matar a otro Shinter. Da igual lo que los demás intenten contra nuestra raza, si no es un Shinter, simplemente no pueden matarnos. La segunda norma es que los Shinter no tenemos derecho de reproducción. Viviríamos en el mundo con el número exacto que éramos al principio de los tiempos, ni uno más, ni uno menos. La tercera norma es que SOMOS una familia. No tenemos derecho a excluir a ninguno de los nuestros y mucho menos de echarlos de su propio hogar. Esas son las tres normas esenciales que establecieron los Dioses. ¿Alguna duda?-Sí que tenía dudas, muchas. Las tres normas que habían sido impuestas por los Dioses tiempo atrás habían sido violadas, al menos dos de ellas.-A ver, ¿no acabas de decir que tú habías sido expulsado de la Tribu? ¿Y no acabas de decirme que si no tengo cuidado voy a acabar matándote sin querer?-Preguntó Wyatt mirando a Heclacio alzando las cejas. Cada vez se creía menos la historia del viejo, aquello le olía a una gran mentira.-Es cierto, fui expulsado el día de tu nacimiento, pero eso es porque ese día se descubrió que uno de las leyes de los Dioses había sido violado. Así que técnicamente aquel día fueron violados dos leyes.-Aclaró el anciano con tranquilidad.-Entonces esas normas pueden ser violadas cuando a uno le sale de la punta de la nariz...-Comentó Wyatt sin ningún tipo de respeto.-No, solo hay una norma que no puede ser violada, y no es porque nosotros no queramos, es simplemente porque no se puede y es la de matar.-Explicó el anciano al tiempo que acercaba un poco la silla hacia la mesa partida en dos.-Pero si acabas de decir que te voy a acabar matando sin querer...-Susurró el rubio sin entender.-Eso lo digo, porque tú sí que puede matarme Wyatt, porque eres un Shinter.-Las palabras flotaron en el aire durante un rato y el silencio reinó en la sala durante unos segundos. Segundos que Wyatt tardó en asimilar lo que el anciano le estaba contando.-¿Que soy qué? ¡Eso es imposible! Espera, has dicho que te expulsaron el día de mi nacimiento...-Dijo Wyatt comprendiendo de golpe.-¿Ahora entiendes cuál fue la otra norma que se descubrió que se había violado? Así es, el de reproducción. Tú naciste de la unión de Chrysthina Celeste y un Shinter cuyo nombre no recuerdo en este instante.


De nuevo otro silencio sobrevino en la cocina. Wyatt no sabía cómo reaccionar ante aquello. ¿Era un Shinter? ¿Por eso él había nacido con poderes? ¿Sus padres habían violado la norma de reproducción y gracias a eso se encontraba él ahí? Pero aún le quedaba una pequeña duda...-¿Y por qué fuiste expulsado aquel día?-Quiso saber Wyatt.-Porque yo encubrí a tu madre durante su embarazo, incluso cuando tú naciste. Se suponía que tu nacimiento debía de ser secreto, pero la información se filtró y toda la tribu se acabó enterando. Expulsaron a tu madre, a ti y a mi también.-Hizo otra pausa para dejar que Wyatt recuperara la conciencia  que parecía que se había ido y se encontraba a mil kilómetros de aquí en este momento. Entonces el rubio clavó los ojos en Heclacio.-Quiero que me hables de mi madre, todo lo que sepas de ella, cuéntamelo.-Pidió Wyatt mientras su tono de voz se iba suavizando a cada palabra que decía. Heclacio por su parte sonrió y asintió.-Chrystina apareció de la nada. Un día como otro cualquiera, una chica joven y de una belleza inhumana apareció en nuestro poblado. Aquello era muy extraño, nuestro poblado estaba protegido y ningún humano era capaz de llegar hasta él, pero ella sí lo hizo. En varios días se ganó la confianza de todos nosotros, en especial la mía. Oh, sí, se puede decir que yo era el mejor amigo de Chrystina Celeste. Era de aspecto muy joven, aparentaba los 18 o 19 años de edad. Muy inteligente y endiabladamente lista. Divertida, altruista, empática, pero sobre todo; encantadora. Eran épocas muy oscuras para nosotros, estábamos atravesando muchos problemas. El sello de la Miasma se estaba debilitando debido a que nuestro líder, Sadler, estaba perdiendo sus poderes también. Fue entonces cuando apareció, y sin permiso de nadie, viajó al Templo de los Divinos, donde se encontraba el Sello de la Miasma. Nadie sabe cómo lo hizo, pero a su vuelta, el sello había sido reconstruido y se encontraba en perfectas condiciones.-Hizo una pequeña pausa, como si estuviera rememorando antiguos recuerdos.-Nunca hablaba de sí misma, a pesar de ser muy extrovertida, era muy reservada en ese aspecto y nunca nadie supo de dónde venía ni cómo había reparado el sello siendo una humana. Más tarde ella y tu padre emprendieron un viaje, porque querían ver mundo. La verdad era que ambos se habían enamorado y querían disfrutar de su amor en privacidad. Su vuelta fue el día de tu nacimiento, el 25 de Diciembre. Después de aquello fuimos expulsados y yo perdí el contacto con tu madre. Según tengo entendido, después tuvo otro hijo y unos cuantos días más tarde de su nacimiento murió.-Hizo una pausa, Wyatt fue a abrir la boca, pero Heclacio levanto una mano como dando a entender que aún no había terminado de hablar.-Si me vas a preguntar por la procedencia de tu madre, su verdadera procedencia, la verdad es que no lo sé. Pero yo creo, que tu madre, era una Diosa Creadora, que en el momento en el que vio que la Miasma iba a ser liberada y el mundo se iba a destruir, se apiadó de nosotros y bajó a la Tierra para ayudarnos y traernos esperanza, traernos a ti.-Heclacio se calló como dando a entender que no tenía más que decir sobre su madre.-¿Mi... mi madre una Diosa Creadora? ¿Esperanza? No lo entiendo...-El anciano simplemente sonrió.-Por eso eres tan especial y posees todos los poderes que poseía la Tribu Shinter. Por eso NACISTE con poderes, porque una Diosa así lo quiso. Tu deber es proteger el planeta que tu madre salvó en el pasado y ahora, corremos un grave peligro otra vez, por eso he venido a verte.-